Páginas

jueves, 20 de marzo de 2025

La aflicción del durmiente

¿Por qué este título para un blog? Bien, me explicaré. Uno de mis escritores favoritos es H.G. Wells, conocido por obras como La guerra de los mundos, La máquina del tiempo o El hombre invisible. Sin embargo, existe una de sus obras menos conocida que me fascinó: Cuando el durmiente despierta.

He de advertir que si por casualidad esta entrada despierta el interés de alguien por el durmiente, esta novela tiene una prosa algo árida que podría catapultarle de regreso al sueño. Es, no obstante, este estilo, las visiones proféticas similares a las de Julio Verne, y las deliciosas expresiones de autores de esta época, lo que a mí me hace retreparme en el sillón y disfrutar de la lectura como nunca.

Trata de un hombre que se queda dormido en el siglo XIX y despierta en el futuro. Es otro tipo de viaje en el tiempo. Al despertar se encuentra en un mundo desconocido, en el que se sorprende de los inventos y avances tecnológicos. Algunos son asombrosos; otros, sin embargo, han hecho desaparecer cosas tan importantes como los libros.

Lo más preocupante es que la sociedad, influenciada por dos facciones opuestas y totalmente dividida, elige creer lo que una u otra le dice, sin opinión propia. La gente abraza unas costumbres impuestas por las que ni siquiera se pregunta, y son capaces de incluso luchar en una guerra cuando los líderes de cada bando, separados por una ideología política muy diferente pero igualmente sedientos de poder y de privilegios para ellos mismos, así lo mandan.

El durmiente se encuentra perdido en un mundo que no es el suyo, que no comprende, y donde la tecnología y el pensamiento impuesto dominan a las masas.

¿Que si me encuentro identificado?

miércoles, 8 de febrero de 2023

La especia de la aventura

Hay algo de mágico y de ilusión infantil en las exploraciones de rutas de campo que realizo. Ese cosquilleo comienza desde el momento en el que toman forma en mi mente hasta que me encuentro de nuevo en el hogar, tras haber vivido mi aventura secreta.

El olor del mapa y su aspecto manoseado y envejecido, el roce de mi dedo sobre la superficie plastificada del plano al seguir la línea de trazos, apenas visible, de un senderito que posiblemente se halle desdibujado en la realidad.

Ah, y cuando preparo la mochila y me dispongo a salir. Es lo que más me cuesta, porque me pierdo en divagaciones y condicionales. Y mi imaginación vuela… Y si necesitara mi cuchillo para liberarme de unas imaginarias enredaderas, o mi manta térmica por si me pierdo, hace frío y debo refugiarme, ¿llevaré una linterna?, ¿acaso un trozo de cordel?

Despliego mis pertenencias por toda la cama y voy tocando, a veces apartando la mano y deteniéndola a medio camino, para elegir las cosas que formarán parte de mi equipo. Es como pedir los deseos al genio de la lámpara.

A veces me pueden los nervios, y fatigado por el dilema me digo “qué demonios”, y meto todo precipitadamente porque de repente considero que ya se me ha hecho muy tarde. Como ahora. Me voy a Cercedilla a comprobar cómo vadear el arroyo de la Venta y qué pasos son adecuados en invierno para llevar a un grupo de senderistas.

Posiblemente con una de las cosas que más disfrutaré será comiendo unas lentejas calientes que cargaré como un tesoro en mi mochila, en el interior de un termo. Comer en el campo le da un sabor especial a los alimentos, y saben mucho mejor que en casa o que en un restaurante. Yo lo llamo la especia de la aventura.