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miércoles, 4 de junio de 2025

La liberación al completar una tarea que se resiste

 


Hoy he completado un capítulo que me traía de cabeza. Qué alegría y liberación se siente cuando, después de haberle estado dando vueltas durante semanas, uno retoma con fuerza el lienzo emborronado por ideas que no llegan a expresar lo que se pretende y esculpe la tinta para que, de una vez por todas, se acerquen un mínimo a lo que uno tiene en mente.

Es un triunfo porque hasta se me había presentado la firme resolución de abandonar el proyecto. Tal es así que llevaba un tiempo sin teclear más que alguna entrada de este blog. Mi ejercicio literario se había visto reducido a garabatear en mi diario los cinco minutos diarios que se han convertido en sagrados.

Y había perdido la escasa velocidad de mecanografía que había adquirido…Ah, pero aquí estamos de nuevo, después de haber coronado la cima de otra cumbre que se me resistía.

El capítulo trata sobre las relaciones entre humanos desde el paleolítico y si somos por naturaleza monógamos o polígamos. Un tema controvertido y que hay que tratar con la máxima delicadeza, por muy científico que uno se quiera poner. Pues bien, creo que el texto divulgativo finalmente ha quedado listo para la última edición del libro.

Sexto capítulo de diez… Se aproxima la publicación de un auténtico best seller de divulgación científica.


jueves, 15 de mayo de 2025

Escribir porque sí

Escribir porque sí es una buena costumbre que abandoné hace tiempo y que trato de recuperar. Consistía en abrir un cuaderno, el que fuera, y comenzar a deslizar el bolígrafo o el lápiz dando rienda suelta a lo que le picaba a uno en ese momento.

En los tiempos que corren esta simple fuga se complica en gran manera. Porque ya no vale escribir para sí. Debes cuidar lo que escribes, por si alguien puede interpretarlo mal, y que sea políticamente correcto, o te buscarás problemas. Y que guste, o no servirá para nada. Porque en las redes sociales, en internet, en el bombardeo continuo de vídeos que abordan tu terminal si se te ocurre buscar un día “¿Cómo escribir?” ya te dicen qué debes escribir, cuántas palabras al día, qué no debes plasmar y tantos constreñimientos que uno acaba por desarrollar fobia al papel, o a la pantalla, en blanco.

Porque también te dicen que puedes vivir de ello, y tú quieres creerlo. Hay una frase de uno de mis autores preferidos, Quevedo, que dice algo así: “El que escribe para comer, ni come, ni escribe”. Cuánta razón. Durante muchos años he dejado de ser un escritor prolífico por ese sueño pesadillesco de vivir de la palabra.

Precisamente ese deseo ha sido el que ha ido destruyendo mi entusiasmo por garabatear unas cuantas líneas al día. Sin objetivo, sin una finalidad clara, sólo por el gusto de hacerlo.

Pienso, salvo algunas contadas excepciones, que los escritores que han alcanzado ese sueño lo han hecho olvidándose de la meta y disfrutando del proceso. Con su sacrificio y su disciplina, por supuesto, pero sin detenerse a pensar en lo que tienen que escribir para gustar al lector. Básicamente es algo parecido a la vida misma. Si te empeñas en vivir de tal forma que guste a los demás, dejas de vivir en absoluto.

Así que, bueno, sirva este blog para desempolvar mi cuaderno de espiral con hojas de cuadros, mi lapicero de franjas amarillas y negras y mi goma de borrar MILAN. Y escribir lo que yo quiera cuando me apetezca. Y si por ventura entretiene o agrada a alguien más que a mí, me daré por muy satisfecho.


lunes, 12 de mayo de 2025

The Wisteria Road

 


Otro tesoro que ha caído en mis manos. Hace un día me enteré de que se acababa de publicar este hermoso manual de reglas con un aspecto irresistiblemente ochentero, a la usanza de los fanzines que circulaban entre esa antaño rara especie que se conocía como jugadores de rol.

Es un juego que hoy en día llaman de escritura de diario, o journaling si empleamos la lengua albionesa. Es un entretenimiento que requiere de cierta introspección y de una suerte de estado de trance inspirador que es fácil alcanzar gracias a las descripciones y encuentros que figuran en su interior.

En la historia encarnas a un escriba que deambula por el camino de Wisteria. El viaje del escriba se teje con los hilos de encuentros inesperados. Y esta es la parte más deliciosa y encantadora del juego, pues los encuentros aparecen bellamente narrados en el manual.

Así que, equipado con dos dados de veinte caras para conocer qué escena aguarda a cada revuelta del camino, un cuaderno y un lápiz para anotar mis periplos por este reino olvidado y una gran dosis de ilusión, me lanzo a esta aventura onírica.

El viaje no está exento de peligros, ya que existen encuentros catalogados como de Horror o de Magia abrumadora que te harán olvidar alguna de las escasas memorias que atesoras. Si pierdes todas, caerás en el olvido y tus andanzas finalizarán para siempre.

En una futura entrada mostraré un par de turnos narrados en mi cuaderno...


jueves, 1 de mayo de 2025

Cuestión de prioridades

 


Hace tiempo que me ronda una idea: publicar un libro es como lanzar una botella al mar. Ilusión, esfuerzo… y después, muchas veces, silencio. O lo que es peor: promesas vacías.

He tenido la fortuna de publicar algunos libros. Relatos, reflexiones, propuestas útiles que nacen de la experiencia y del deseo de compartir algo que pueda servir o emocionar. Y lo cierto es que, para mi sorpresa y alegría, están encontrando cierto eco. Lentos pero firmes, van llegando lectores… lectores desconocidos, personas a las que no he visto nunca y que, sin embargo, han decidido apoyar lo que escribo sin conocerme de nada.

Y eso es precisamente lo que me lleva a escribir esta reflexión: que muchas veces quienes más cerca están son los que menos reaccionan. Los precios no son descabellados: entre 10 y 12 euros en papel, o incluso 4,99 en Kindle. No más que dos cafés de esos que vienen en vaso gigante con nombre mal escrito. Y, sin embargo, salvo la familia más directa, el apoyo ha sido... digamos que discreto. La típica frase de “en cuanto tenga dinero me lo pillo” se ha convertido en una especie de banda sonora ambiental.

Claro, luego ves a esas mismas personas gastarse 40 euros en una noche de copas, en un escape room o en un cacharro de Aliexpress que probablemente acabará olvidado en un cajón. Y tú piensas: ¿no valgo ni una ronda de cervezas?

No lo digo con rencor (aunque confieso una ceja ligeramente arqueada). Sé que cada uno tiene sus prioridades, sus gustos y su presupuesto. Cada cual se gasta el dinero en lo que quiere, y lo respeto profundamente. Faltaría más. Pero no deja de ser curioso cómo valoramos algunas cosas que duran una noche... y otras, que quizás nos acompañen toda la vida, se dejan para “cuando pueda”.

No espero que todos mis conocidos lean todo lo que escribo. Pero a veces uno agradecería ese pequeño gesto, aunque solo sea por decir: “Eh, lo valoro. Te apoyo.” Como hacemos con los conciertos de amigos, las exposiciones de conocidos o incluso ese primo que vende mermeladas artesanas con nombres impronunciables.

Pero no pasa nada. Uno aprende. Aprende que el verdadero lector muchas veces está fuera del círculo cercano, en alguna parte del mundo, buscando justo ese libro que tú has escrito. Aprende a seguir adelante, a mejorar, a escribir para los que sí despiertan.

Así que gracias a quienes habéis estado ahí. Y a los demás... tranquilos. Cuando tengáis tiempo (y dinero, claro), aquí seguiremos, con tinta fresca y alguna que otra historia bajo el brazo.